"La música no llegó a mí por coincidencia: me sirvió de terapia para adaptarme a mi nueva condición de estar ciego", comenta Víctor, hoy con 23 años.
Aunque no ve el pentagrama ni las notas musicales, puede interpretar cualquier género porque tiene el don de sacar, a oído, las melodías.
"La música me permite ver e imaginar muchas cosas. Además, me ayudó a recuperar las ganas de vivir", asegura el joven, que está próximo a graduarse como licenciado en Música de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Para ser profesional sólo le falta sustentar la tesis, que relata su autobiografía. el tiempo
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